Una de las zonas de Badlands es el Valle de Andarax, un oasis en medio de un paisaje agreste donde las montañas de más de 3.000m de Sierra Nevada se funden con el Desierto de Tabernas.

Situado en el corazón del valle, Tierra de Arcillas fue creado por Julia y Milena, diseñadoras residentes en Barcelona hasta que se trasladaron a Almería para hacer crecer este proyecto a través de la interacción con las arcillas locales.

Nuestro propio logo muestra nuestro respeto por este tipo de suelo y terreno, siendo incluso parte de nuestra identidad. Este hecho, unido al amor por el café -por algún motivo muy ligado a la comunidad ciclista- nos permitió combinar estas pasiones, charlando con ellas mientras tomábamos café directamente de una taza hecha con Badlands.

1. ¿Cuál es la historia detrás de Tierra de Arcillas?

Después de varios años trabajando con arcillas industriales, nos dimos cuenta de que realmente desconocíamos el origen del material con el que estábamos en contacto. Intentamos investigar sobre ello, pero vimos que era muy difícil trazar el origen de la arcilla. Los alfareros tradicionales elaboraban sus piezas con barro local, pero actualmente se ha perdido esa conexión, que es la que le da a cada pieza unas características propias.

Queríamos volver a ese origen donde la tierra es la protagonista. Nos instalamos en Almería y decidimos emprender este proyecto, redescubriendo nuestro entorno buscando los recursos que teníamos a nuestro alrededor. Nos sorprendió mucho ver que estábamos rodeados de tantos tipos de arcilla que conforman este paisaje tan particular. De hecho, estamos en una tierra de arcillas.

2. Además de las características de estas arcillas, valoráis su origen. ¿Por qué esta tierra y estos paisajes son tan especiales para vosotras?

Después de pasar muchos años viviendo en Barcelona, decidimos regresar a la ciudad natal de Julia, Almería. Nos mudamos a una casa pequeña en Íllar, un pueblo de La Alpujarra, donde instalamos nuestro taller.

Allí encontramos nuestra primera arcilla local cuando un familiar nos mostró un lugar donde solía hacer canicas para jugar cuando era niño. Esto nos hizo seguir redescubriendo la tierra con nuevos ojos, y fue entonces cuando nos dimos cuenta del paisaje tan impresionante que nos rodeaba.

3. ¿Cómo pueden ayudar este tipo de proyectos a restaurar el territorio?

Uno de los principales propósitos de nuestro proyecto es reconectar a las personas con la naturaleza y concienciar sobre los materiales y su origen, así como la protección del medio ambiente. Por eso apostamos por una producción consciente con el entorno, evitando la sobreexplotación del territorio e intentando aprovechar los recursos naturales desechados por otras industrias.

Además de esto, apostamos por el medio rural y la descentralización, creando nuevos intereses y actividades que potencien un turismo respetuoso con ese medio ambiente.

4. ¿Podrías hablarnos sobre los tipos de arcilla con los que trabajáis?

Hemos encontrado una gran variedad de arcillas a nuestro alrededor, en la Sierra de los Filabres, La Alpujarra, el Valle de Andarax… pero ahora mismo nos centramos principalmente en dos.

La primera es la Marga, una arcilla calcárea de tonos verdosos-amarillentos que una vez cocida a alta temperatura forma piezas de tonos moteados en blanco. Esta arcilla la recogemos en Íllar, al lado de nuestro taller.

La segunda es la Launa, un terreno de color oscuro típico de esta zona. Esta arcilla se utiliza desde hace siglos para impermeabilizar las casas de La Alpujarra. Cocida a alta temperatura aporta a nuestras piezas tonalidades que pueden ir desde el gris al marrón rojizo.

El proceso de alta temperatura (1.230C) hace que las piezas sean más resistentes y duraderas, aptas para el uso diario, lavavajillas y microondas. El barniz transparente del interior en contraste con el exterior sin barnizar nos pone en contacto directo con la arcilla natural, haciendo la experiencia un momento único.