Hace unos 8 millones de años lo que hoy es el Mar Mediterráneo se extendía hasta la falda sur de la Sierra de los Filabres. Cuando la Sierra Alhamilla emergió un millón de años después, encerró una estrecha franja estrecha de terreno entre ambas que conformaría el Desierto de Tabernas.

Durante los últimos 100.000 años las ramblas han ido evolucionando, creando valles de casi cien metros de profundidad y unos cursos fluviales cuya anchura supera los cien metros, formando así las principales arterias de la red de drenaje de la Cuenca de Tabernas.

Aunque el agua solo fluye por los cauces ocasionalmente, estas precipitaciones -generalmente torrenciales- crean un repentino y potente proceso erosivo en sus márgenes, exacavándolos y aportando una gran cantidad de sedimentos a las ramblas.

Estas intensas inundaciones profundizan los surcos de estos cauces, que van creciendo hasta formar grandes canales entre grandes crestas de arena y arcilla. Este paisaje distintivo y único recibe el nombre de ‘Badlands’, en alusión a su dificultad para ser trabajado o explotado en la agricultura.

Las Ramblas han sido utilizadas desde la antigüedad como vías de comunicación, tradicionalmente para el ganado, debido a su terreno amplio y blando y al microclima creado por la humedad local y las sombras de sus cañones.

En algunas zonas es posible incluso ver cómo emerge agua subterránea. Esta suele ser salada, por lo que las plantas que viven en estos lugares (a menudo formando una densa vegetación) deben ser resistentes a la sal, como la omnipresente salsola genistoides.

En cuanto a la fauna, a pesar de la crudeza del paisaje existe una gran riqueza de animales vertebrados, sobre todo aves y reptiles, como la culebra de escalera, el lagarto de patas espinosas o el lagarto ocelado.

Estos lugares únicos se han utilizado para films como Por un Puñado de Dólares, El Bueno, el Feo y el Malo, Conan el Bárbaro o los campamentos Dothraki en Juego de Tronos.